3 de junio de 2009

¿No que no?

Nada irritaba más a la flamante exsecretaria de salud de Lebrija y a su jefa (la alcaldesa) que los comentarios sobre existencia de leihsmanasis en Lebrija. Era de rigor negarlo. A la vez que se tiraban la papa caliente entre la actual administración de Lebrija y la Secretaría departamental de salud. Ahora bien, en honor a la verdad, es de reconocer que tal problema se ha venido incrementando desde hace varias administraciones, especialmente desde la de Ricardo Jaimes, sin desconocer el papel que juegan en su propagación las políticas nacionales y departamentales de salud.


Por ejemplo, la droga para combatirla ¡está bajo control militar! Como si la salud de los colombianos fuera un asunto de guerra. Esto ha sido una política de Estado, no solo de este gobierno guerrerista. No obstante, los municipios tienen una responsabilidad inmediata para atender los problemas, desde detectarlos oportunamente y gestionar las medidas correspondientes.

Pero aquí se hace mutis por el foro para ocultar la realidad, y se tomaban medidas imbéciles, como las de donar mosquiteros en sectores de la zona baja ¡dónde había concejales amigos de la anterior administración!, sin atender los sectores afectados por la endemia. Los resultados de tan equívocas políticas están a la vista: una extensión acelerada de las veredas afectadas, hasta el grado de considerarse que toda la zona baja se halla afectada. Incluyendo veredas como La Renta, Lisboa, etc. En el casco urbano ya existen varios ejemplos de enfermos, que pueden servir a la vez como portadores de la enfermedad para el contagio de otros.

Mientras tanto, la indolencia oficial campea. Por ejemplo, en las bodegas de Acción Social se pudren telas para mosquiteros que no se entregan a las comunidades, tal vez en espera de las próximas elecciones. Y nuestra administración municipal ¡muy bien, gracias!, pensando en reinados y otras futilezas.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?

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