19 de octubre de 2009

Mamerías



Por Acidonitrix



A imitar al Presidente

Ni más ni menos eso le toca a nuestra Alcaldesa, Dra. Sonia Serrano Prada. Claro, con un Consejo Comunal, y hasta con el Concejo municipal. Sí, un Consejo Comunal contra la corrupción. Al menos para que explique por qué se niega la administración municipal a enviar al Concejo unas propuestas de adición presupuestal señalando los rubros en los que se usará el dinero y los montos específicos. Porque la Alcaldesa insiste en enviarlos globalizados y acusa a los demás de enemigos del progreso si no se lo aprueban como ella quiere.

¿La causa? Dicen las malas lenguas que para tapar un "errorcillo" que cometió nuestra burgomaestra al volar a realizar unos pagos de alumbrado público a un “amigo” muy cercano, tomando los recursos de otra cuenta. Eso en buen romance se llama peculado por apropiación. Ahora, según sus detractores, trata de taparlo llenando el hueco en la cuenta que usó indebidamente. Aunque dicen los entendidos que el delito ya existe y es insubsanable.

¿Quién tiene la razón? Por lo pronto, le aconsejamos que haga un Consejo Comunal para tratar el caso, y que lleve a su burribito de ocasión, perdón, a su Sanburrito de ocasión para que se defienda de las calumnias de que es él quien asigna contratos y cobra coimas. Como la que solicitaba para entregar el contrato del convenio de alumbrado público. Además, puede estar segura de que contará con “fieles escuderos”, como Juan Rivera y otros mantenidos que la defenderán a capa y espada.



Los convenios inconvenientes

La Alcaldesa, para mejorar la administración municipal, firmó un convenio con la policía para que ésta asuma las funciones de tránsito municipal. Lo único cierto es que mientras en el casco urbano se arman grandes barullos con el tráfico vehicular, a cualquier hora y cualquier día, los flamantes agentes de tránsito se paran en las salidas del pueblo para imponer multas a los conductores de camiones y camionetas veredales que le hacen el favor a los campesinos de traerlos y llevarlos del área urbana junto con sus cargas.

Se ha vuelto el negocio más rentable de la policía municipal y el escampadero para su mediocre labor de vigilancia, mientras al municipio se lo comen vivo la delincuencia común, el narcotráfico y las organizaciones ilegales.

Esperemos que la dirección departamental de policía tome cartas en el asunto, y que la alcaldesa se despabile. A ver si paran estos abusos contra los campesinos, que carecen de medios de transporte para su carga y para ellos.






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