23 de enero de 2011

Vuelve la burra al trigo... y contra la 'coca'

Nota: Aunque da vergüenza reconocerlo, muy poca imaginación ponen nuestros gobernantes para tratar el problema de la coca. ¿Qué culpa tiene la estaca si el sapo salta y se 'estaca'? Si la planta de coca es culpable del proceso de la extracción del clorhidrato de cocaína, no son, igual o más los ácidos que se emplean, la gasolina, el cemento, el éter, y otros insumos más?

¿Por qué no bombardean o queman esas fábricas de insumos, muchas de las cuales están en los países desarrollados? Nuestras matas de coca, base cultural de pueblos amerindios, estaban bien hasta cuando vinieron los 'cuerpos de paz' y montaron los negocios del narcotráfico. Ya es hora de que nuestro gobierno muestre que tiene cerebro para algunos problemas....


¿Una primera incongruencia presidencial?

Álvaro Camacho Guizado





Por: Álvaro Camacho Guizado
No es un secreto que el presidente Santos es un político habilísimo.

Tampoco es que se trata de un excelente jugador de póquer, juego en el cual el engaño es la clave del triunfo. Y tampoco es secreto que el presidente es un hombre variable, que puede cambiar sus perspectivas sin que le tiemble la mano ni la virtud. En sus primeros meses de gobierno ha demostrado que todas esas características son la base de su enorme popularidad. No pasa un día sin que nos sorprenda con alguna iniciativa que entusiasma a sus seguidores y produce aplausos en la galería.

Pero uno de los rasgos que más entusiasma es su creciente diferenciación con el mandatario anterior. Santos por lo menos sonríe, no insulta, acepta desacuerdos, tiene ministros y no secretarios, no muestra una obsesión por lo bélico, no demuestra tener enemigos irreconciliables y ha tratado de acercarse a una política de centro, abandonando el derechismo autoritario de su predecesor. Y todo eso tiene contenta a la gente, exceptuando a un grupillo de los llamados furibistas que añoran a su amo.

Ahora bien, que el presidente no ha sido antes un hombre reconocido por la firmeza de sus convicciones ha sido demostrado en estos días, cuando la representación colombiana en Naciones Unidas se ha manifestado en contra de la petición de Bolivia de que el mascado de hojas de coca, el mambeo, sea excluido de las prohibiciones que desde 1991 rigen en el campo internacional como producto de las imposiciones de Estados Unidos y de la ignorancia respecto no sólo del significado de esta práctica ancestral en algunos grupos indígenas americanos, sino del carácter de la hoja de coca, que es completamente diferente de la cocaína que resulta de su manipulación con químicos.

En efecto, es de esperar que Estados Unidos rechace la solicitud boliviana, eso va de suyo, y Obama no es el hombre que pueda o quiera reversar la tendencia prohibicionista de se país. Pero los colombianos podríamos esperar que luego de que el presidente Santos, el día de su posesión, hubiera viajado antes a la Sierra Nevada y se hubiera reunido con mamos arhuacos, koguis y arzarios, consuetudinarios consumidores de hoja de coca, gracias a la cual lo bendijeron, a su manera, podríamos esperar, digo, que la delegación colombiana al menos se quedara callada y no asumiera la iniciativa de ser la primera opositora a la justa posición de Evo Morales.

No se trata de que Santos de la noche a la mañana se vuelva enemigo del prohibicionismo. Ya ha dicho que le parece incongruente que los californianos sometan a referendo la legalización de la marihuana (que no es un problema colombiano, realmente, porque exportamos poquita y los gringos ya se surten con una yerba de mucho mejor calidad que la nuestra) mientras en Colombia se libra la terrible lucha contra la exportación de cocaína. Es decir, ya sabemos que no va a modificar sensiblemente el prohibicionismo histérico y a ultranza de su antecesor. Y sabemos que la reciente visita del zar antidrogas de Estados Unidos es una refrendación de la línea tradicional de ese país (con cambios muy marginales, hay que decirlo). Pero, al menos en el caso de la iniciativa de Bolivia, mucho mejor habría sido quedarse callado.

tomado de elespectador.com

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