1 de febrero de 2011

Todo lo del pobre es robado...

Ya lo hemos dicho muchas veces en este blog: los poderosos consideran 'justo y legal' lo suyo, pero ven con malos ojos lo de los pobres o débiles, quienes no tienen derecho alguno. Eso sucede con la coca, una planta benéfica, medicinal y alimenticia, injustamente perseguida. Otro asunto es la producción del clorhidrato de cocaína, una droga que sin la presencia de precursores químicos producidos en los países desarrollados no se podría obtener.

Guardadas las proporciones, sería tanto como prohibir, quemar y encarcelar los cañaduzales porque de su dulce se producen guarapo, aguardiente, ron y otros licores, ellos sí, altamente dañinos para la salud. Pero dejemos de lado nuestro comentario y demos paso a una página escrita por el Dr. Rodrigo Uprimny, en el periódico El Espectador.

Hoja de coca y racismo

Opinión |31 Ene 2011

Rodrigo Uprimny

Por: Rodrigo Uprimny


Tomado de elespectador.com
ES UNA LÁSTIMA QUE TRES DEMOcracias, que en muchos aspectos son admirables, como Estados Unidos, Suecia y el Reino Unido, se opongan a la propuesta de Bolivia de legalizar internacionalmente la masticación de la hoja de coca o mambeo.

Aún más triste es que el gobierno Obama, que lidera hoy muchas luchas contra la discriminación racial, encabece esa oposición, pues la criminalización internacional del mambeo y otros usos tradicionales de la hoja de coca es una de las peores muestras de racismo e ignorancia de la comunidad internacional.

La historia es la siguiente: en 1961 se adoptó la Convención Única de Estupefacientes, que estableció un régimen internacional de prohibición general de ciertas sustancias sicoactivas, como la cocaína y la heroína. En ese tratado, el mambeo de hoja de coca quedó sometido a la misma interdicción; la única consideración que se tuvo con los pueblos indígenas suramericanos, que han usado la hoja de coca desde hace siglos y nunca fueron consultados, fue que se dio un plazo de 25 años para que se hiciera efectiva la prohibición.

La justificación que se invocó para la prohibición del mambeo fue un estudio realizado en 1950 por la Comisión de Estudios de Hoja de Coca de la ONU, que concluyó, sin mayor evidencia y con poco respeto por la diversidad cultural, que la masticación de coca era dañina y debía ser erradicada.

Esta prohibición unilateral del mambeo por un tratado liderado por los países desarrollados, y en especial por Estados Unidos, es ya cuestionable, pues irrespeta la autonomía y diversidad de los pueblos andinos, para quienes la hoja de coca es parte de su cultura. Para entender ese atentado imaginemos la situación inversa: que una reunión de líderes indígenas, con un estudio hecho por ellos mismos sobre los efectos dañinos del alcohol, prohibiera todo uso de vino o whisky en el mundo, sin consultar la opinión de los pueblos europeos. ¿Será que Francia, Portugal o el Reino Unido aceptarían esa decisión?

Pero la injusticia frente al mambeo es aún peor, pues mientras los riesgos sanitarios del alcohol son claros, en cambio no hay evidencia seria de que el mambeo sea dañino. El informe de 1950 ha sido fuertemente criticado por estudios posteriores, que han concluido que el mambeo y otros usos suaves de la hoja de coca, como el mate, no son una adicción ni provocan problemas sanitarios, y por el contrario tienen efectos nutricionales y sociales positivos. Pero la prohibición subsiste, por lo cual, en 2009, el presidente de Bolivia, Evo Morales, propuso una modificación formal de la Convención Única de 1961 para legalizar el mambeo, pero sin que esa decisión afectara la obligación de los Estados, y de Bolivia en particular, de combatir el narcotráfico y los cultivos ilegales de coca.

Esta propuesta boliviana es entonces un asunto de justicia étnica, que además armoniza con el desarrollo del derecho internacional, como la reciente Declaración de Naciones Unidas de los derechos de los pueblos indígenas, que enfatiza el respeto a la diversidad cultural. Es además una propuesta que mantiene el marco prohibicionista frente a la cocaína (que es criticable, pero por otras razones).

No esperaría uno entonces ninguna oposición a ese esfuerzo por superar esa evidente injusticia histórica, que sin ciencia y con bastante racismo, cometió la Convención Única de 1961 contra los pueblos andinos. Pero como en la política frente a las drogas todo es alucinante, estas tres poderosas democracias presentaron su objeción formal a la propuesta boliviana, con lo cual han frustrado por ahora su aprobación. Ojalá, después de tomarse un buen matecito de coca, los líderes de esos tres países recapaciten como lo hizo el gobierno colombiano, que a buena hora retiró su objeción.

*Director del Centro de Estudios “DeJuSticia” (www.dejusticia.org) y profesor de la Universidad Nacional.


31 de enero de 2011

¿Somos aguantadores o sinvergüenzas?

Tomado de Semana.com

¿Por qué los colombianos nos aguantamos todo?

Por María Jimena Duzán

No solo no protestamos, sino que reelegimos a los políticos que nos han robado, a los alcaldes que se han enriquecido y a los aliados de los narcoparamilitares.

Sábado 22 Enero 2011

En Barcelona, una ciudad que funciona bastante mejor que Bogotá, trataron de implantar el Pico y Placa por un día, pero los barceloneses salieron a protestar y lograron que el alcalde tumbara la medida en menos de una semana. En Ecuador, las petroleras están enfrentando importantes juicios por atentar contra el medio ambiente, por cuenta de los indígenas que salieron a protestar. En Estados Unidos, la BP quedó herida de muerte por cuenta de las protestas de cientos de pescadores que presionaron al gobierno de Obama para exigirle una millonaria indemnización y la salida de su país. Aquí en cambio, los colombianos nos seguimos aguantando todo, de manera estoica, sin protestar.

Las playas de Santa Marta las acabó la Drummond con su polvillo de carbón. ¿Alguien ha salido indignado a protestar por ese crimen ecológico? Cientos de niños tienen problemas respiratorios. ¿Acaso se escucharon las protestas de la gente? Los bogotanos seguimos aguantándonos un Pico y Placa que hace rato dejó de servir, y al cuestionado Alcalde nadie lo increpa. El problema con las losas de TransMilenio nos dejó una autopista inservible y en constante remiendo, pero el responsable de este descalabro es hoy uno de los candidatos más opcionados en las encuestas a la Alcaldía de Bogotá. ¿Quién nos entiende? El que va de primero en esos sondeos es el ex presidente Álvaro Uribe, a quien le debemos el desastre de Opain, la yidispolítica, las 'chuzadas' del DAS y el desastre del Inco, que nos devolvió al año de upa en materia de contratación y transparencia institucional.

Sin embargo, fieles a nuestra forma de no protestar cuando hay que protestar, el ex presidente Uribe anda por toda Colombia lanzando sus talleres ideológicos promovidos por La U, sobre la base de sus tres huevitos: seguridad, lucha contra la corrupción y cohesión social. Yo sí quisiera asistir a uno de esos talleres democráticos financiados por La U cuando exponga su huevito de la lucha contra la corrupción, porque me imagino que debe ser una obra maestra de la ciencia política. Sus aportes en la materia serían tan iluminantes como si pusiéramos al propio Madoff a dar talleres de responsabilidad bancaria o a Berlusconi, talleres de ética. De todas las lecturas, quisiera asistir a la que hable de su legado en esa lucha contra la corrupción en el caso del aeropuerto El Dorado de Bogotá. Si fuera una de sus asistentes le preguntaría cómo fue que su gobierno consiguió otorgarle la concesión del aeropuerto a la oferta más barata (en la que coincidencialmente estaba de socio su cercano amigo William Vélez) para que después Opain empezara a pedir más dinero y la obra nos terminara costando una cifra muy superior a la más alta de las que ofertaron. Con un problemilla: con todas estas demoras y a pesar de todos los adendos, el aeropuerto que vaya a construir Opain nos va a quedar pequeño antes de que entre en funcionamiento. En esas circunstancias, lo que sí podría impartir el presidente Uribe en sus talleres ideológicos en materia de lucha contra la corrupción sería un taller sobre cómo reducir la corrupción no a sus mínimas sino a sus máximas proporciones. Ese taller podrían repartírselo con Júnior Turbay para que la cosa tenga algo de humor.

Pero no solo no protestamos, sino que terminamos reeligiendo a los políticos que nos han robado, a los alcaldes que se han enriquecido con el erario y a los que en los últimos 20 años se han aliado con los narcoparamilitares. Y como siempre, los pocos que sí protestan terminan como esos líderes de Córdoba que han sido asesinados por los paras en estos últimos meses luchando por su tierra. Lo más seguro es que en ese departamento se seguirá imponiendo la familia López Cabrales, y en Sucre los familiares de Álvaro García, así como en el Valle lo harán los títeres de Juan Carlos Martínez. Esas tres familias, a pesar de que han cohabitado a su manera con el narcoparamilitarismo siguen detentando el poder en sus regiones. Son los hombres de acero de la política colombiana: a ninguno le hace mella ni sus alianzas con el diablo, ni la precaria situación social que viven sus departamentos, ni el aumento de la violencia.

Protestar en Colombia no solo desafía la cultura establecida, sino que lo convierte a uno en un perro a cuadros. Uno no encuentra ni los lugares precisos, ni las instituciones que reciban esa protesta y la tomen en serio. ¿A cuántos de ustedes no les ha pasado que cuando van a protestar por una cuenta de gas o de luz que supera lo normal, lo primero que hace la persona encarcagada es darle a uno a entender que la protesta no es válida y que uno es el equivocado? Las veces que yo he hecho el reclamo me ha tocado prácticamente probar que no soy una antisocial que quiere robarle chichiguas a la empresa en cuestión. ¿Han intentado hacer un reclamo en Comcel o en Movistar sin terminar convertidos en una especie de apátridas?

Cuando ni siquiera las protestas cotidianas tienen cabida ni eco, es un síntoma preocupante de que la protesta no es valorada por la sociedad ni por las instituciones. Ahora, si lo único que hay para valorar realmente son esas tres güevas de Uribe, desde ya siento mi protesta, así me tachen de que estoy atentando contra todo un 'triplevarón'.

30 de enero de 2011