18 de abril de 2012

Ni pa putas...


Luego de la cumbre de las Américas, donde las putas mostraron más "dignidad", pues al menos cobraron y protestaron por el "polvo" mientras otros se arrodillaban "pal otro" y pedían más unTLC, regalando el país y la dignidad, nos quedó para la historia y la memoria el recuerdo de la gran Chakira. Los invitamos a que la gocen en su original interpretación del himno sobre unos trancos o zancos, si prefieren... Vean...



y gocen, ¡carajo!

17 de abril de 2012

El mejor negocio: la prohibición de las drogas (continuación)


tomado de Elespectador.com 9 Abr 2012 - 11:00 pm


Las drogas: la alternativa regulatoria (II)

Por: Rodrigo Uprimny

El prohibicionismo fracasó, pues no logra controlar la oferta de drogas ilícitas y produce daños colaterales terribles.


La estrategia de reducción del daño es insuficiente, pues mantiene la ilegalidad de la producción y distribución, con lo cual perpetúa el problema de las mafias del narcotráfico. ¿Cuál es entonces la alternativa?
Como lo aclaré en la anterior columna, la solución no es un mercado libre y sin controles de las sustancias psicoactivas, pues éstas son riesgosas. Vale la pena reiterarlo: nadie serio está hablando de que los adolescentes puedan comprar heroína en la tienda.
La idea es un modelo de salud pública, que tome en cuenta la distinción entre los “daños primarios”, ocasionados por el consumo de una sustancia psicoactiva, como puede ser el cáncer por abuso de tabaco, y los “daños secundarios”, derivados de las políticas de control, como puede ser la terrible violencia y corrupción de los narcos, pues éstas derivan no de las drogas sino de la prohibición.
Este modelo de salud pública buscaría entonces reducir los “daños primarios” que ocasiona el abuso de drogas, pero limitando también los “daños secundarios”, que derivan de las propias políticas. Por eso, y como el narcotráfico es uno de los daños secundarios más terribles de la prohibición, sería indispensable admitir la existencia de unos canales legales de producción y distribución de las sustancias hoy ilegales. Una cierta regularización del mercado de drogas parece ineludible.
Pero la regularización (o legalización parcial y regulada) no equivale a una legalización total y sin restricciones de las drogas, que lleve a un mercado libre. El consumo de drogas no tiene por qué ser fomentado por la sociedad; es una conducta tolerada pero que el Estado debería desestimular, como hoy lo hace con el tabaco.
Un modelo de salud pública buscaría entonces prevenir el consumo y especialmente el abuso de drogas, pero sin llegar a la prohibición, por los efectos perversos que ésta ha tenido. Se admitiría un mercado de drogas para adultos, regulado en forma estricta y diferenciado según los riesgos de las sustancias. Subsistiría entonces una intervención sancionadora del Estado. Habría que castigar a quienes desconozcan esos canales regulados de distribución, o a quienes suministraran drogas a los menores, o a quienes incurrieran en usos indebidos que afectaran derechos de terceros.
La política estatal buscaría así un equilibrio entre dos imperativos en tensión: debería ser al mismo tiempo flexible —en precios y reglas de distribución— para evitar la extensión indebida de un mercado paralelo; pero igualmente tendría que ser severa para desestimular el consumo y prevenir los abusos. Ese equilibrio no sería siempre fácil; pero, en forma pragmática, poco a poco se encontrarían las mejores soluciones.
Estas estrategias de regularización no son la panacea y son de difícil diseño y ejecución; pero son realistas y democráticas, pues evitarían los efectos perversos del actual prohibicionismo, respetarían los derechos de los usuarios y serían más apropiadas en términos de salud pública. Además, podrían ser adoptadas progresivamente. Como lo han propuesto muchos y loOpinión | sugerí en mi artículo del domingo, una posibilidad realista es empezar con la regularización del mercado de cannabis, que es no sólo la menos riesgosa de las drogas ilegales, sino que muchas personas ya admiten esa posibilidad. Por ejemplo, una reciente encuesta de Gallup concluyó que, por primera vez en la historia, la mayoría de los estadounidenses aprobaban la legalización de la marihuana. Las lecciones de esa experiencia podrían servir en un futuro no tan lejano cercano para definir qué hacer con sustancias más riesgosas como la cocaína o la heroína.

*Director del Centro de Estudio “DeJuSticia” (www.dejusticia.org) y profesor de la Universidad Nacional.












15 de abril de 2012

El mejor negocio: la prohibición de las drogas...

Tomado de www.el espectador.com |26 Mar 2012 - 11:00 pm

Rodrigo Uprimny

Las drogas: la alternativa regulatoria (i)

Por: Rodrigo Uprimny

La discusión sobre drogas que tendrá lugar en la Cumbre de las Américas no debería limitarse a constatar el fracaso y los costos de la prohibición. Debería también avanzar en la búsqueda de alternativas razonables.

 

El prohibicionismo ha fracasado pues, a pesar del incremento de recursos y sanciones para eliminar la oferta de drogas ilícitas, el mercado se encuentra bien abastecido. Por ejemplo, según el Informe Mundial sobre Drogas de 2011, de la ONU, entre 1990 y 2008 las interceptaciones anuales mundiales de cocaína aumentaron de 291 toneladas a 712 toneladas; sin embargo, en esos mismos años, la producción potencial de cocaína pasó de 771 toneladas en 1990 a 865 en 2008. Los mercados de heroína y marihuana han tenido evoluciones muy semejantes.

El prohibicionismo no reduce la oferta de drogas, pero en cambio provoca sufrimientos enormes. Este mercado ilícito, por su gran rentabilidad, ha alimentado mafias con una terrible capacidad de corrupción y violencia, como lo sabemos los latinoamericanos.

La prohibición también ha llenado las cárceles de personas que no han cometido crímenes violentos ni graves. Son simplemente consumidores o pequeños traficantes. La criminalización ha agravado también los problemas de salud pública pues evita cualquier control de calidad de estas sustancias y hace que los consumidores queden sometidos a las redes de distribución ilegal, lo cual profundiza sus problemas de marginalidad y salud.
La prohibición es entonces ineficaz y provoca terribles sufrimientos, pero ¿existen alternativas razonables?

Desde hace años, quienes hemos criticado la prohibición, hemos esbozado sistemas regulatorios alternativos.

Comienzo por despejar un equívoco o una caricatura sobre las propuestas alternativas. Nadie ha pensado en reemplazar la prohibición por un mercado libre de drogas, en donde cualquiera, incluso un adolescente, pudiera comprar heroína en el supermercado. Las sustancias psicoactivas, como la cocaína, la marihuana o el alcohol, son riesgosas y pueden producir daños individuales y sociales graves. Un mercado libre y sin controles estrictos de estas sustancias, como el que existía antes en Colombia con el cigarrillo o el alcohol, es inaceptable, por los riesgos sanitarios que implica.

La idea es entonces pensar en estrategias de salud pública, que busquen minimizar los daños ocasionados por el abuso de sustancias psicoactivas, pero que tomen en serio los derechos humanos de los consumidores de drogas y los costos y efectos perversos de las propias políticas de control.

Esas estrategias alternativas podrían basarse en la experiencia acumulada de muchos años de las políticas de “reducción del daño”, desarrolladas en países como Holanda o Portugal, y que han mostrado resultados positivos en términos de salud y control del consumo. Por ejemplo, a pesar de haber descriminalizado en 2001 el consumo de toda sustancia psicoactiva, Portugal hoy tiene tasas de consumo menores a las que tenía cuando penalizaba ese comportamiento y ha habido una reducción radical de la infección por VIH de sus usuarios de droga. Igualmente, el consumo de sustancias ilegales y la prevalencia de VIH en los consumidores en Holanda, que ha despenalizado de facto el consumo de alguna drogas, ha sido siempre menor que en Estados Unidos, que opta por la represión pura y dura.

La “reducción del daño” es una experiencia positiva, pero es insuficiente pues se mantiene la prohibición frente a la producción y distribución, con lo cual se perpetúa el problema del narcotráfico y de las mafias que le están asociadas, que es el principal problema en nuestros países. Es pues necesario replantear en el ámbito internacional el prohibicionismo. Y eso es posible, como lo plantearé en la siguiente columna.

* Director del Centro de Estudio DeJuSticia (www.dejusticia.org) y profesor de la Universidad Nacional.